Mi casa

Mi casa
© Héctor Garrido

lunes, 4 de agosto de 2014

UNA TARDE DE AGOSTO

Así, a pleno sol, a las tres de la tarde. El Malecón de La Habana no se ve, pero está ahí abajo.  No hay nadie a esta hora. Sólo algún turista  que no sabe, que no se imagina, se atreve a caminar  bajo la bola de fuego. Ahí dejo las sillas. Luego, al anochecer, cuando refresque, ya me sentaré a mirar el infinito, a beber, a fumar, podré leer un poco antes de que se haga de noche totalmente. Estoy releyendo On the road. Muchos años después, y descubro que hay unos pocos libros que ahora -revisitados-  tienen otro sabor. No es igual leer  este relato a los 20 años que cuatro décadas después. Ahora lo entiendo todo.  Es uno de esos libros raros que sólo uno medio loco se atreve a escribir. En algún momento Sal Paradise da la clave: "Lucille nunca me comprendería porque me gustan demasiadas cosas y me confundo y desconcierto corriendo detrás de una estrella fugaz tras otra hasta que me hundo. Así es la noche, y eso produce. No puedo ofrecer más que mi propia confusión". 


1 comentario: